27 oct 2010

Google "compañía de distribución"


Schmidt llegó a la compañía de Google en 2001, y las malas lenguas de Silicon Valley dicen que los jóvenes fundadores de la compañía (Larry Page y Sergey Brin) le contrataron sólo para contentar a las compañías de capital riesgo, que habían invertido mucho dinero en la compañía y esperaban obtener más aún sacándola a Bolsa. Pero Schmidt no es un cualquiera. Es un ingeniero de prestigio, que fue director de operaciones en Sun Microsystems y ha presidido Novell, dos compañías donde, por cierto, compitió duramente con quien también es ahora su gran enemigo, Microsoft. En Google se encarga de dirigir el día a día de un negocio que ya vale más de 145.000 millones de dólares en Bolsa.
Ha sido un año intensísimo en Google. Ha lanzado un sistema para pagar por Internet, ha puesto en marcha una iniciativa para digitalizar libros y películas, y ha firmado acuerdos con empresas de telefonía móvil y con los grandes periódicos estadounidenses para publicar sus anuncios. Y además se ha gastado 1.650 millones de dólares en comprar Youtube. Pero la hiperactividad de Google empieza a crearle enemigos. Un grupo de periódicos belgas ha demandado a la compañía por buscar entre su contenido sin su permiso, y asociaciones de derechos civiles han criticado con dureza su decisión de comulgar con la censura china y su oscurantismo a la hora de ofrecer explicaciones sobre sus actividades.





Pregunta. Parece que Google quiere hacerlo todo, desde conectarnos a Internet por una red inalámbrica hasta dar noticias y correo electrónico. ¿Qué es Google?

Respuesta. Google es un innovador. A veces, las innovaciones provienen de ideas de los gestores, pero normalmente salen de los equipos. Muchas de las iniciativas que menciona no son nuestras, sino de los empleados, y nosotros les animamos a hacerlo. Cuanto más general sea el propósito [del producto], y cuanto más pueda cambiar el mundo, mejor.

P. ¿Y qué es lo próximo?
R. Una respuesta simple a su pregunta es que lo siguiente es ofrecer más y mejores búsquedas en todas las lenguas, y sobre todo tipo de información. Sé que parece que está todo hecho, pero si lo mira en un contexto más amplio, ¿cuánta información no está ahora mismo en la Red? Todos los libros, vídeos, los programas de radio... Nos gustaría hacer accesible toda esa información; por supuesto, legalmente y bajo las leyes del copyright.

P. ¿Es Google una empresa de medios?
R. Google es una compañía de productos de tecnología, y nuestro objetivo es construir tantos como podamos. No somos una empresa de medios ni de marketing, aunque muchas veces nos comparen con ellas. Dependemos de los medios para el contenido, nuestra empresa no los crea. Podemos ser una compañía de distribución, si quiere, pero no de medios.

P. Los usuarios están cada vez más preocupados por la intimidad. ¿Qué sabe Google de nosotros?
R. La respuesta técnica es que, si usted es un internauta normal, conocemos su dirección IP [el identificador único de un ordenador conectado a Internet] cuando hace sus búsquedas, pero no sabemos nada de usted. No sabemos su nombre, ni quién es, ni su tarjeta de crédito. Si usted se ha apuntado a la búsqueda personalizada, podemos saber más; pero al acceder a ese servicio, sabe que nosotros sabemos más. Mi respuesta general a esta pregunta es que la decisión debe ser tomada por el usuario. Yo soy muy cuidadoso con mi intimidad personal, y animo al resto de la gente a que lo sea también.

P. AOL, este verano, desveló los resultados de las búsquedas de más de 650.000 usuarios...
R. Sí, eso fue un desastre total.

P. Mucha gente empezó entonces a reflexionar sobre qué datos tienen y qué hacen con ellos.
R. Nosotros, desde luego, no haríamos eso. Sólo entregamos datos por una orden judicial.

P. Google, de hecho, se ha negado a entregar los datos de las búsquedas de sus usuarios que le había exigido el Gobierno estadounidense. Si algún Gobierno europeo lo pidiera, ¿harían ustedes lo mismo?
Eric Schmidt
R. Tenemos una regla que es muy simple: tenemos que cumplir la ley en el país donde operemos. Google sigue las leyes españolas. Si el Gobierno sigue el procedimiento establecido y acude al sistema judicial, lo haremos, porque la compañía tiene que cumplir la ley.

P. ¿Y en China?
R. Allí decidimos cumplir la ley, pero también decidimos no poner en marcha ningún sistema que permitiera la identificación personal de los usuarios. En España, por ejemplo, hay protecciones legales para los ciudadanos. En China, esas protecciones no existen, así que cambiamos nuestra forma de actuar.

P. La decisión de desembarcar en China ¿fue difícil de tomar?
R. Fue extremadamente difícil. Nadie se planteaba estar en China de la misma manera que en España. La cuestión era elegir entre no estar en China y estar en China con restricciones. Nuestra visión era que era más importante estar allí.                                                                                                        

P. ¿Cree que las compañías occidentales pueden ayudar a cambiar la situación?
R. Yo creo que si se da ese poder [Internet] a los ciudadanos, se convertirán en una voz más poderosa, una gran presión para lograr la democracia. Mi ejemplo personal es Cuba. Estados Unidos ha sometido a Cuba a un embargo durante los últimos 40 años para tratar de echar a Castro del poder, y aún está ahí. ¿No sería mejor entregarles máquinas de fax y ordenadores, y darles acceso e Internet, para que los cubanos entendieran la tremenda cantidad de cosas que se están perdiendo porque un dictador está dirigiendo su país? China, y de nuevo es mi opinión personal, está cambiando delante de nuestros ojos, y para mantener su crecimiento y su desarrollo tendrá que convertirse en un régimen más abierto. Y nosotros queremos ayudar.

P. Usted ha escrito un artículo donde defiende que Internet ha derrumbado las barreras de acceso a la información. ¿Cómo cree que esa democratización de la información puede afectar a quienes tradicionalmente la han controlado, como los políticos, las empresas o los medios de comunicación?
R. Deje que le dé un ejemplo. Digamos que usted se convierte en el dictador de un pequeño país. ¿Qué es lo primero que haría? Cerrar las fronteras. Lo segundo sería controlar la televisión y los periódicos, y hacer que transmitan a la población lo que usted quiere que digan. Con Internet ocurre exactamente lo contrario. Internet es el mejor antídoto para evitar ese escenario que acabo de describir. La gente conectada a Internet tiene toda la información real de la situación, puede organizarse, puede decidir si usted es o no un buen dictador. Es extremadamente poderoso. Los políticos están aprendiendo cómo trabajar con esta herramienta. En Europa y EE UU han sido elegidos por la televisión, pero tiene sentido pensar que habrá otra generación de estrellas mediáticas formadas en Internet. Ahora son jóvenes, pero en los próximos 30 años tendrán el poder porque entienden cómo usar Internet.

P. El escritor John Updike ha pronunciado un discurso muy polémico, en el que aseguraba que la iniciativa de Google de digitalizar los libros supone el final de la autoría.
R. Con todos mis respetos a John Updike, Internet no mata nada. Internet significa más elección. La gente aún lee libros y periódicos, pero también quiere leerlos en los monitores de sus ordenadores. Esta historia se repite una y otra vez. Había mucho miedo de que el DVD sustituyera al cine, y al final hay más gente que va al cine y que ve DVD, porque la tarta es mayor. En el caso del libro, si conseguimos que la gente lea más, ¿cómo puede ser algo malo? Si hay más gente leyendo libros significa que hay más cultura, alfabetismo, educación, y además más ventas.


P. Usted ha luchado toda su vida contra Microsoft y su presencia asfixiante en el mercado. ¿Le preocupa que Google se haga tan grande que se convierta también en una amenaza?
R. Es una pregunta muy buena. Sí que estoy preocupado por eso, pero hay una serie de razones por las que Google es muy diferente. Tiene mucho que ver con los fundadores. También con que no existe un monopolio de la información, hay múltiples opciones. Y también porque nosotros no utilizamos sus tácticas de negocio, no creemos que sean buenas. Las preocupaciones son legítimas, pero la respuesta tiene mucho que ver con cómo actuamos. Microsoft pudo haberse comportado de forma diferente. Y eligió no hacerlo.
Larry Page, Eric Schmidt y Sergey Brin

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